Para el año 1969, la década de los sesentas había llegado a un callejón sin salida. Culturalmente todo había cambiado de un plumazo y nada iba a volver a ser lo mismo. Del monocromo a los colores chillones, del conservadurismo a la experimentación, de la intolerancia fundamentalista a la reivindicación colectiva. Diez años que parecen mucho más largos y que iban a determinar todo lo que vendría después. Y en medio de todo eso, la música. La jodida y hermosa música. El catalizador principal de una época convulsionada que buscaba derribar sus viejas convicciones.
Esta lista pretende rescatar un puñado de diez discos no tan difundidos (¿o sí?) de aquel año en que la magia de los Beatles se agotaba en medio de disputas internas mientras los Stones tomaban la posta con Let It Bleed y Dylan regresaba a los escenarios en la isla de Wight, tras cambiar la crítica social por canciones de amor country. Un año que iba a llegar a su mejor momento en los tres días del festival de Woodstock, y que iba mostrar su lado más siniestro en los asesinatos orquestados por Charles Manson y el trágico desenlace del Altamont Speedway Free Festival. Y como si fuera poco que el todo el mundo andaba pasado de rosca, el hombre llegaba a la luna.
Doce meses en donde más allá de todo eso, se grabaron una serie de álbumes que confirman a aquel periodo de locura como uno de los mejores en la historia de la música.
Neil Young – Everybody Know This Is Nowhere
Neil Young sufría de una fiebre de 39 grados cuando se puso a trabajar en su segundo LP. Grabado durante el invierno californiano de aquel año, «Everybody Knows This Is Nowhere» es el álbum que impulsa la carrera solista del ex Buffalo Springfield. Un material que contrapone los complejos arreglos musicales de la época con la cruda, rústica y áspera visión musical del canadiense. Además, el álbum supone la primera colaboración de Young con los Crazy Horse, una desconocida banda de la escena hippie de Los Ángeles encabezada por Danny Whitten que, a partir de ese momento, sería el grupo soporte de Neil en diferentes etapas de su carrera hasta el día hoy.
El álbum, que fue grabado en solo dos semanas, abre con la potente «Cinammon Girl», una ensoñación romántica cargada de guitarras distorsionadas en donde las voces de Young y Whitten contrastan con la fuerza rítmica de los Crazy Horse, un estilo que se ve transformado drásticamente en un par de cálidas baladas como «Round and Round» y «The Losing End».
Sin embargo, serán dos canciones las que definirán el espíritu del álbum. La primera, «Down By The River», que narra la historia de un brutal feminicidio y cuyo aspecto siniestro lo transforma en una historia de terror rural. Una canción guiada por las guitarras de Young y Whitten, que evoca el lado oscuro y pesimista que se encontraba latente en esa época. Un estilo que encuentra su epítome en «Cowgirl In The Sand», que habla sobre la promiscuidad de una muchacha y en la que Young se pregunta si eso es una bendición o una maldición, mientras se deja llevar por una catártica improvisación de trece minutos, producto de su estado delirante y febril. Uno de los mejores trabajos del canadiense.
The Flying Burrito Brothers – The Gilded Palace Of Sin
La historia de los Flying Burrito Brothers arranca un año antes con la publicación de «Sweetheart of The Rodeo» de los Byrds, un álbum con la que la banda californiana buscaba reinventarse incorporando elementos de la música country a su estilo. A pesar de la buena recepción del álbum, dos de sus miembros dejarían a la banda al final del año y se embarcarían en otro proyecto. Gram Parsons en guitarras y Chris Hillman en bajo, se sumaron a un grupo de músicos de la escena conutry para formar los Flying Burritos, una banda que tenía el objetivo de masificar la fusión entre el rock y la música country.
«El Palacio Dorado del Pecado» es una amalgama de baladas lisérgicas y nostálgicas que anticipaba en parte el sonido melancólico de la primera era del soft rock, que luego sería tan representativas en el sonido de bandas como Eagles. La icónica portada en donde se ve al grupo ataviado con indumentarias de rodeo (nótese las plantas de cannabis en la chaqueta de Gram Parsons) frente a una posada desolada con dos mujeres parece literalmente sacada de un fotograma de Easy Rider.
Musicalmente todo el álbum gira alrededor del talento de Gram Parsons, que canaliza su estado emocional en hermosas baladas como «Sin City», «Dark End Street» o «Hot Burrito I». Sin embargo, la banda llega a su mejor momento en el track inicial «Christine Tune» y «Wheels». Ambas canciones parecen serpentear en medio de un desierto gracias a la guitarra fuzz de Parsons. «The Gilded Palace of Sin» parecer ser un álbum atípico para cualquier época, o solamente destinado a un público específico. Sin embargo, detrás de ese prejuicio se encuentran un puñado de canciones hermosas para corazones rotos y fanáticos del bourbon.
Scott Walker – Scott 4
El éxito de los Walkers Brothers, un trío de músicos que, en realidad, no eran hermanos pero que aprovecharon su momento de gloria para colocar un puñado de hits en las listas de popularidad, fue demasiado para el introvertido Scott Engel. Un personaje tímido, melancólico y con ambiciones muy contrarias a la de convertirse en un ídolo pop juvenil. Sus primeros tres álbumes reflejan claramente esa identidad en donde Scott aprovecha su voz de barítono para transformase en una versión norteamericana de Jacques Brel. Sin embargo, con esa propuesta tan atípica, el éxito estaba muy lejos.
En ese contexto graba «Scott 4», el último intento de Walker para llegar a un público más amplio. Un álbum en donde todas las canciones son propias y que arranca con una explicita referencia a la clásica película «The Seventh Seal» de Ingmar Bergam, una canción que definirá por completo el estado anímico de todo el LP. Durante todo el álbum Walker se transforma en una versión nihilista y desoladora de Frank Sinatra en donde su voz es arropada bajo hermosos arreglos orquestales.
Narrativamente el álbum abarca desde la crítica política en «The Old Mans Back Again», un alegato antiestalinista que crítica la invasión soviética a Checoslovaquia; a canciones intimistas, empapadas de ternura como «Duchess» o «Angel of Ashes». Sin embargo, el LP iba a ser un fracaso comercial y transformaría a Scott Walker en un viejo ermitaño de culto que sería rescatado a mediados de los noventa gracias a bandas como Radiohead o Pulp.
Sly and The Family Stone – Stand
Solo la escena hippie de San Francisco a finales de los sesenta era capaz de parir una banda interracial, de ambos sexos y diversa en su estilo musical que incluía, soul, jazz, blues y psicodelia. Una mezcla extraña que representaba la rica textura sonora de la época. La banda giraba sobre la figura de Sly Stone, un multinstrumentista que absorbía como esponja todos los sonidos que iba mutando en esos días. Sin embargo, luego de tres álbumes, la banda estaba lejos del éxito comercial.
Todo iba a cambiar con «Stand», un LP editado en mayo del 69’ y cuyas canciones serían manifiestos instantáneos de la diversidad musical, política y social de la época. Desde el track homónimo inicial, pasando por «Everyday People» hasta llegar a la crítica interracial con «Don’t Call Me Nigger, Whitey», el sexteto de San Francisco se aseguraba un puesto en el festival de Woodstock que iba a confirmar su gloria.
Además, la crítica social de la banda era complementada con una propuesta musical que incluía una fusión de géneros en donde el ejemplo más claro es la frenética «I Want To Take You Higher», una canción inclasificable que marcaría el camino de lo que serían los años setenta para géneros como el funk o el soul. Una nota aparte para «Sex Machine», un viaje sugerente de trece minutos para cerrar las cortinas.
Isaac Hayes – Hot Buttered Soul
«Hot Buttered Soul» es el segundo álbum de Isaac Hayes, por aquel tiempo un desconocido músico del sello Stax que estaba a punto de volver a las sombras luego fracaso de su primer LP. Sin embargo, para su segundo trabajo, Hayes cambiaría radicalmente su estilo e iba a imprimir nuevas variantes a la música soul. El álbum cuenta con el acompañamiento de musical de la Bar Kays, la banda soporte de Otis Redding que fue reformada luego del accidente aéreo en donde Redding y otros cuatros miembros de su banda quedaron sin vida.
Hayes escapa de las típicas canciones de tres minutos y entrega un LP con cuatro canciones, dos largas improvisaciones por cada lado que arranca con una revisión del clásico de Dione Warwick «Walk On By», ahora convertida en una canción cuyo único objetivo era la de transpirar sexo durante sus doce minutos. Un estilo que encuentra su contrapeso en el proto-funk de «Hyperbolicsyllabicsesquedalymistic» (si, así se llama), dominada por la potente sesión rítmica de los Bar Kays y acompañada por el piano de Hayes.
Pero lo mejor del álbum llega con la segunda canción del lado B con «By the Time I Get to Phoenix», una de las canciones country más versionadas de la historia que Hayes lo transforma en una larga pieza de 18 min que arranca con un largo monólogo del propio cantante que progresivamente va anticipando el clímax de la canción. «Hot Buttered Soul» anticipo el sonido de la Blaxploitation, esa serie de películas de clase b afroamericanas que iban ir acompañadas del funk-soul de artistas como Curtis Mayfield, Marvin Gaye o Stevie Wonder.
Frank Zappa – Hot Rats
Hot Rats fue el séptimo álbum creado por Frank Zappa en un lapso de solo tres años. El segundo que grababa sin su banda soporte los Mother Of Invention, quienes habían llegado a un punto trágico de escasas ventas y apuros económicos que llevó a Zappa a disolver momentáneamente a la banda que volvería a reunirse solo unos meses después. Para «Hot Rats» Zappa contó con la colaboración de su amigo Captain Beefheart, Ian Underwood (el único miembro de los Mothers) en los pianos y músicos tan dispares como Jean Luc Ponty en violín y Shuggie Otis en guitarra.
El LP que transcurre en siete temas completamente instrumentales a excepción de «Willie The Pimp», que cuenta con la voz de Captain Beefheart en los primeros dos minutos de la canción para luego transformarse en un apoteósico solo de guitarra ejecutado por Zappa. El genio de Baltimore deja de lado parodia cultural y su estilo Avant-Garde para adentrarse en el sendero del rock progresivo y el jazz fusión. Una explosión sonora que se percibe desde el track inicial «Peaches In Regalia», un collage musical donde se destaca el talento de Ian Underwood en los teclados.
Sin embargo, el álbum transpira el talento de Zappa a través de todos sus surcos, que juega con largas improvisaciones en la guitarra y que da vía libre a sus propios músicos para hacer lo mismo. El laberíntico espectro musical de «Hots Rats» se destaca en esa chillona y siniestra portada fucsia utilizando la fotografía infrarroja y que advierte de la demencial aventura de fin de semana que hay detrás de él.
Nick Drake – Five Leaves Left
Antes de que Nick Drake se transformará en la figura maldita del folk británico, era el capitán de un equipo de rugby y un estudiante regular de literatura en la Universidad de Cambridge. Sin embargo, Drake lo dejo todo cuando Joe Boyd, el productor más importante de la escena folk británica, le propusiera grabar su primer álbum luego de ser descubierto en un bar de Camden Town, en Londres.
«Five Leaves Left» es uno de los álbumes debut más introspectivo que se hayan publicado. Grabado a lo largo de siete meses en el Sound Technique, un modesto estudio de grabación londinense, el álbum rescata el sonido melancólico y nostálgico de un artista introvertido que lentamente comenzaba a tener serios problemas de relacionamiento con su entorno, actitudes que se expresan en canciones como «Time Has Told Me» o «Fruit Tree». Sin embargo, el gélido carácter de Drake es contrastado gracias al cálido acompañamiento orquestal que potencia su inventiva en temas como «Way To Blue» o «Cello Song». Drake inclusive se anima con el folk-jazz en «Man in a Shed».
El título del álbum, que proviene de un papel para tabaco que utilizaba el cantante, fue un mensaje premonitorio en la carrera de Drake. Luego de un par de álbumes, el artista se aislaría completamente en la casa de sus padres hasta su trágico final en 1973 a causa de una sobredosis de antidepresivos a los 26 años.
Can – Monster Movie
El álbum más raro de la lista, de una de las bandas más raras que jamás existieron. «Monster Movie» es el primer álbum de los pioneros del Krautrock, un género nacido en Alemania a finales de los años sesenta que se proponía a fusionar al rock, el free jazz, el Avant garde y cualquier otro género contrahegemónico que les diera libertad de improvisar libremente en salvajes y extraños paisajes sonoros a una serie de músicos que estaban entusiasmado de emular el sonido de bandas como Velvet Underground o músicos de vanguardia como John Cage o Le Monte Young.
La propuesta frenética y libre de «Monster Movie» se destaca en su proceso de grabación y publicación que se dio en menos de un mes. El álbum contenía solo cuatro cortes experimentales que empezaba con «Father Cannot Yell», una canción que podría considerarse como un post punk primitivo que descansa sobre constante sesión rítmica de la banda y que es acompañada por frases sueltas del vocalista Malcolm Mooney hasta agotarse en sí mismo.
Sin embargo, es el lado B la que cuenta con lo mejor del álbum. Empezando por «Outside My Door», que parece inspirarse en el «Intellestar Overdrive» de Pink Floyd, pero para llevarlo a un terreno más siniestro con los violentos alaridos de Mooney. El álbum termina con una larga improvisación de veinte minutos donde la percusión se abre paso en un estado de trance que gira sobre el abandono amoroso que sufre el vocalista, cuya catarsis se transforma en un lamento tribal hasta perder completamente el sentido. CAN nos deja el álbum ideal para una hermosa tarde de domingo a la hora del té con los niños.
Fairport Convention – Liege & Lief
La banda más importante de la escena folk en Gran Bretaña estaba a punto de grabar su cuarto álbum cuando su baterista Martin Lamble murió en un accidente de motocicleta con tan solo 19 años luego de volver de un concierto, dejando a la banda con serias dudas de continuar por entonces. Conocidos como la Jefferson Airplane británica, el grupo se ganó su reputación gracias a su habilidad de adaptar el sonido de las bandas americanas a sus propias tradiciones musicales. Para los Fairport Convention el duelo en el que se encontraban no duro mucho cuando decidieron grabar «Liege and Lief».
Un álbum que se adentra en el universo de las canciones tradicionales británicas y celtas. De hecho, en todo el LP solo dos temas son composiciones propias, «Come All Ye» y «Crazy Man Michael». El resto son geniales adaptaciones de canciones tradicionales, cuyas historias llegan a cotas épicas gracias a la complementación de la banda con la portentosa voz de Sandy Denny, que años después acompañaría Robert Plant en el clásico «Battle Of Evermore» de Led Zeppelin IV.
Desde su portada en tonos pastel y su atmósfera, por momentos festivos y por otros melancólicos; «Liege and Lief» parece sacado de un hermoso cuento de hadas medieval donde la magia discurre en relatos tan dispares como la genial «Matty Grove» con su historia de adulterio y asesinato, o la enigmática «Tam Lim», canción que habla sobre el rescate de una mujer que se encuentra en el poder de una siniestra hada mágica. Nota aparte para el medley compuesto por varias canciones festivas que te pondrían a bailar descalzo con un chop de cerveza negra en la mano.
MC5 – Kick Out the Jams
Si en San Francisco los hippies colocaban flores en los rifles de la policía en las protestas sociales como un mensaje pacifista, en Detroit los jóvenes llevaban sus visiones de izquierda a un lado más belicoso, hablando de guerra de guerrillas, enfrentándose a las autoridades y tratando de sabotear con violencia cualquier actividad vinculada al rancio Partido Republicano. Detroit era una bomba a punto de estallar y los Motor City 5 eran los encargados de encender la mecha con su primer álbum «Kick Out The Jams».
El sello Elektra, que estaba en la constante búsqueda de nuevas bandas de la escena underground (ya habían lanzado la carrera de The Doors y Love), llevó su equipo y un par de técnicos para condesar en un álbum la piromaníaca presentación del grupo en el Grande Ballroom de Detroit durante dos noches. Un álbum que arranca con la violenta interpelación que el vocalista Rob Tyner le hace al público, preguntándoles si van a ser parte de la solución o del problema. «Solo tienen cinco segundos para decidir…», exclama Tyner cuando la banda abre con el sucio garage rock de «Ramblin Rose». El compromiso entre la banda y el público está hecho.
Sin embargo, es el título homónimo del álbum la canción más importante del LP, un punk primigenio cuyo título es un eufemismo que apela al oyente a liberarse de todo tipo de restricciones. «Kick Out The Jams» canaliza la frustración de la generación baby boomer en un puñado de canciones salvajes y hastiadas, que marcan el camino que tomaría el rock en las décadas siguientes. Un álbum catártico que te devuelve la sangre a la cara.
Si llegaste hasta acá, te dejamos este playlist con los tracks más interesante de cada álbum.