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Never Rarely Sometimes Always: un viaje, una decisión

Autumn sube a un escenario a cantar en el festival de talentos de su escuela. El auditorio esta lleno y ella sola con su guitarra entona unas líneas muy tristes que dicen He makes me do things I don’t want to do / He makes me say things I don’t want to say. Desde el público, su familia la observa atenta. Sin embargo, desde el anonimato, se escuchan unas risas escondidas hasta que un joven lanza un improperio y humilla a la muchacha. El auditorio guarda silencio, la joven para de cantar y nadie dice nada. Avergonzada e indefensa, a Autumn no le queda más que terminar la canción.

Así arranca Never Rarely Sometimes Always, la tercera película de la directora Eliza Hittman que sorprendió hace unos años atrás con Beach Rats, su segunda película que también abordaba el drama de ser adolescente en la norteamerica del siglo XXI. En su nuevo film, a la directora solo le basta esos primeros minutos de terror cotidiano para sintetizar lo naturalizado que está la violencia de género. Mujeres expuestas al escarnio machista y una mayoría silenciosa que no parece inmutarse ante esas actitudes. Un arranque sencillo pero directo a la yugular para dar pie a una las películas más esenciales de este año.

El film narra la historia de Autumn (Sidney Flanigan), una joven de 17 de años que vive en un pueblo rural en el área de Pennsylvania y que descubre que está embarazada. Autumn no le cuenta a nadie sobre su estado y busca información sobre abortos en su zona. En ese lugar, las adolescentes pueden abortar, siempre y cuando consigan el permiso de un adulto. Luego de meditarlo, Autumn decide viajar a Nueva York para realizar el procedimiento por sus propios medios. Con ayuda de su prima Skylar (Talia Ryder) consigue un poco de dinero para el viaje y el apoyo moral que necesita para sobrellevar esta experiencia.

Sidney Flanigan en Never Rarely Sometimes Always. Focus Feature, 2020.

A partir de ese momento Hittman narra una historia en donde una adolescente debe enfrentarse a una situación con un alto estigma social, más aún en los ambientes rurales donde impera las posiciones conservadoras al respecto. A pesar de que el aborto se encuentre legalizado en varias ciudades norteamericanas, el viaje de Autumn y Skylar es parte de un secreto que solo ellas dos conocen. La película de Hittman se desarrolla a través de esa dinámica silenciosa entre ambas mujeres, en donde el lenguaje se genera al nivel de los gestos, las miradas y en las actitudes llenas de incertidumbre que pesan sobre las dos primas.

Hittman no da mucha información sobre los pormenores del embarazo de Autumn, aunque se lo puede percibir en ciertas secuencias de mucha sutileza durante el film, que evidencian ciertos problemas y traumas en el entorno de la joven. Para la directora lo importante es el proceso en que su personaje es consciente de su propia autonomía y sus propios derechos a la hora de tomar una decisión respecto a su embarazo. Hittman dota a Autumn de cierta fuerza y seguridad personal que son representadas en las decisiones que toma durante su viaje y que tienen un contraste muy fuerte con su timidez y la poca expresividad que muestra ante el mundo exterior.

En el film la ciudad de Nueva York está representado muy lejos de la idílica ciudad a la que estamos acostumbrados. La cámara de Hittman se mueve a través de las calles de la ciudad casi de forma documental y sin ningún tipo de filtros, casi en un tono documental. Una estética que recuerda a las viejas películas centradas en esa ciudad como Midnight Cowboy de John Schlesinger o Panic in Needle Park de Jerry Schatzberg. A través de ese estilo por momentos neorrealista, el espectador aparte de ser un simple observador, en algún momento siente sumergirse en ese mundo de indiferencia, violencia latente y de soledad claustrofóbica que se respira en las grandes metrópolis.

Sidney Flanigan y Talia Ryder en Never Rarely Sometimes Always. Focus Feature, 2020.

Además, durante toda la historia Hittman enfatiza en la representación masculina como una amenaza constante. Desde el bullying escolar, pasando por acosos laborales y hasta llegar a los chantajes sexuales. La directora no se guarda nada en este aspecto, ni tampoco intenta a abordar el tema desde una visión objetiva (es que no la hay). Cada una de las secuencias masculinas del film va determinando las causas reales del problema de Autumn. Una cultura de abuso sistemático y naturalizado que se esconde en la cotidianeidad de las protagonistas.

El film subraya como el machismo es transversal a todo varón sin importar su estatus social, su edad o el espacio físico en que se desenvuelven. Así vemos como hay padres alcohólicos, compañeros de trabajo acosadores y jóvenes universitarios que tratan de sacar ventaja ante la vulnerabilidad de ambas muchachas. La película podrá tener como disparador al aborto y girar sobre esa premisa, pero también se centra en la violencia ejercida sobre el cuerpo y las decisiones de millones de mujeres en todo el mundo.

Sidney Flanigan en Never Rarely Sometimes Always. Focus Feature, 2020.

Quizás por eso cuando Autumn es abordada por una trabajadora social en un cuestionario sobre diversas experiencias pasadas (en la escena que da nombre al film), la cámara se mantiene estática sobre la joven que lentamente va respondiendo cada una de las preguntas. Toda la inexpresividad que Autumn acumuló durante la película se quiebra lentamente hasta convertirse en una tremenda catarsis. Para la joven, ese simple trámite burocrático en donde no se la juzga, se convierte en un escape emocional en un mundo que de otra manera no la escucharía.

En las manos de otro director, la temática de Never Rarely Sometimes Always podría derivar en un culto al morbo o derrapar hacía un sentimentalismo exasperante que haga olvidar el tema en cuestión. Sin embargo, Eliza Hittman transforma un tema complicado en un retrato sobre la fortaleza de dos adolescentes, su valentía y la lucha silenciosa de miles de mujeres por su autonomía. Una película que aborda sin tapujos, y exento de todo tipo de prejuicios, un tema presente en el debate actual con la intención de interpelar al espectador sobre ese drama social que ocurre todos los días en la clandestinidad. Un universo paralelo al que todos dan la espalda mientras las viejas prédicas morales son la orden del día.